martes, 6 de marzo de 2018

REFLEXIÓN CHIRIGOTIL by FRAN

             El carnaval sirve para muchos propósitos, a gente muy diversa, para públicos diferentes, en espacios distintos. En carnaval se puede participar para pasar el rato, para esputar bilis, para alimentar el ego, para hacer la pelota a algún potentado, para superar complejos o para ganar dinero (o al menos intentarlo sic.). Por otra parte, también se puede participar en carnaval para hacer crítica política, para alimentar el folclore de nuestro pueblo, para saciar la necesidad de expresión, para estar con los amigos o por pura supervivencia. Así de grande es el Carnaval, así le cabe lo malo y lo bueno, así se usa y así se consume, aquí, y en la Conchinchina. Apenas tiene relevancia y sin embargo es muy importante para muchos.

            Para nuestra chirigota el Carnaval es importante. Porque nos gusta esta fiesta, porque nos une, nos hace vernos y nos hace compartir momentos inolvidables. También porque creemos en el Carnaval como vía de expresión y de protesta, cada vez más ausente ésta en las letras de nuestros estimados compañeros. Cada uno tendrá sus motivos, seguro respetables, pero ésta es una realidad innegable (ahí están las actuaciones del Fatou para el que quiera comprobarlo). Igual tiene que ver con que cada vez se protesta menos en general, porque somos más egoístas o tenemos más miedo, “andullo andullo” que dice el dicho. En fin, el que la lleva la entiende.

            Sin duda este año ha sido un carnaval de cantidad: dos comparsas, seis chirigotas, un cuarteto, un buen puñado de murgas, un dúo, un romancero y un romanteto (disculpen la falta de rigor en las cifras). En cuanto a la calidad, pues ha habido de todo: cosas buenas, cosas malas y cosas infumables. Si usted no se encuentra entre los fanáticos uni-chirigota o no es usted un guardián de no-se-que purismo del carnaval, seguro que diferencia claramente la paja del trigo y encuentra algo que le agrade.

            Las fiestas gastronómicas pre-pregón han vuelto a pasar sin pena ni gloria. En mi opinión, cantar cuatro cosas sin tipo desluce las actuaciones y quizás haya que invertir el orden de los eventos del carnaval, pero eso mejor lo dejo para los “entendíos” y las autoridades “competentes”. Por supuesto, mi agradecimiento para las asociaciones de vecinos que siguen sacando adelante las fiestas de barrio, por desgracia cada vez hay menos gente que hace algo a cambio de nada. A los dueños de los bares del “triángulo de las bermudas” no hace falta que les de mi agradecimiento, no lo necesitan, ya se lo cobran ellos mismos.

            Las presentaciones oficiales en el Fatou y los Remedios han vuelto a ser un éxito de afluencia, como cada año, con todas entradas agotadas a las pocas horas de estar a la venta. Un momento que la mayoría de las agrupaciones, y la nuestra entre ellas, disfruta al máximo. Aunque también he escuchado por ahí quejas al público, pero entiendanlo señores, ¡son siete horas escuchando de todo! (y eso que yo solo vine a escuchar a mi niño).

            Con respecto al DÍA GRANDE, hemos vivido una chorizá intensa, con mucha animación, buen tiempo y gente en la calle. No todos iban a escuchar, pero sí los suficientes como para formar unos cuantos corrillos donde se cuece carnaval del bueno. Según parece, en la chorizá cada vez es más importante huir de los alborotos llenos de a-ver-que-dice-esta-gente-este-año y cantarle a unos pocos voluntariosos que buscan escuchar unas coplas sin prejuicios (una rara avis entre los “aficionados” de nuestra fiesta.)

            Por desgracia, desconozco por completo lo sucedido en la cabalgata y la patacabra, pero para entonces, después de un mes de pim-pam-pum, uno no estaba ya para muchas castañuelas.

            Además de todo esto, este año hemos pasado muy buenos ratos en El Ambigú, El Gabana, en La Pará, en el Gallery, en el bar La Plaza y en el bar del Jardín. Gracias por dejarnos cantar, o por dejarnos cantar e invitarnos, o por dejarnos cantar e invitarnos y pagarnos (aún queda gente así de enrollada).

            Y como no ¡Viva el Fernando Gavilán! ¡Viva el Hogar del Jubilado! ¡Viva la puerta de modas Elvira! ¡Viva Cádiz!

            ¡Y que Viva el Carnaval!


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¡ATENCIÓN! EL SIGUIENTE PÁRRAFO PUEDE HERIR SU SENSIBILIDAD SI ES USTED UN DETRACTOR DE LA CHIRIGOTA DE LOS MANCILLAS. INCLUSO PUEDEN DARLE GANAS DE ESCRIBIR UNA TONTERÍA EN FACEBOOK. QUEDA ADVERTIDO.

            En mi opinión, este ha sido un año de los grandes para nuestra la chirigota. A pesar de haber sufrido meses de incertidumbre y desasosiego, porque cada vez tenemos más compromisos familiares y se hace un poquito más cuesta arriba sacar el repertorio adelante, la chirigota ha llegado in-extremis para dar lo mejor de sí en este carnaval. Las guitarras han empujado todo lo que han podido y han sonado como siempre, ¡de categoría!. La percusión ha superado todas las dudas iniciales para realizar un papel sobresaliente. El autor ha forzado las costuras del grupo con un repertorio de los largos, y el grupo ha respondido, al ralentí al principio y cantando a toda máquina al final. La música, fenomenal, de durce, gracias “dire”.

            El repertorio de 2018 merece un comentario aparte. Juan Mancilla Montero ha sacado uno de los mejores repertorios, si no el mejor, que ha llevado esta chirigota en 16 años (y de los mejores de este carnaval si me lo permiten). Ha habido espacio para todo, para emocionarse, para recordar, para agradecer a los demás y como siempre, para criticar lo intolerable de este pueblo, de esta gente y de esta política. Pero no todo ha sido “comparsa”, Juan ha escrito una ristra de cuplés insuperables que han gustado mucho a los componentes y sobre todo al respetable. ¡Bravo Juan!

            Aunque por desgracia no pudimos estar todos, en Cádiz vivimos un día muy grande que no vamos a olvidar nunca, pero eso ya lo cuento otro día, que algún “hater” está a punto de tirar el móvil por la ventana y cuestan una pasta.


            Gracias a todos, os quiero.


Francisco Javier López Gómez






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